Vestido escultura creado a partir de cartón y papel para generar dos capas de materia donde la interior sujeta la exterior y, además de dar apresto y generar volumen, produce un contraste cromático que simula la combinación de textiles como seda y tul, en un juego de transparencias y texturas.
La sencillez impera en el diseño, donde advertimos una línea sobria en el corte del vestido con tirante ancho y cuello de pico que se ciñe a la cintura y se abre en un discreto volumen en el cuerpo bajo.
Las esculturas habitables de Luis Casablanca son, según Mar Garrido, vestidos-cuerpo. Se trata de esculturas, trajes o, en definitiva, formas que adquieren corporeidad a partir del patrón, de los plegados de las faldas o los ceñidos corsés deshabitados y nos acercan a mujeres a las que, conozcamos o no, intuimos a partir de la ausencia de sus cuerpos y gracias a los colores y estructuras de sus ropas.
No podemos entender estas piezas sin ponerlas en relación con la práctica profesional y la formación del artista, en cuya producción abundan los bocetos de moda, diseños de sombreros, zapatos y vestiduras de carácter diverso que se completan con estas esculturas habitables e instalaciones donde, al mezclar objetos cotidianos como una cafetera, un zapato o un perchero envueltos en fieltro gris, Casablanca nos introduce en el concepto de tiempo neutro y, del mismo modo que los vestidos transmiten la esencia de la corporeidad que encierran, cada pieza alcanza su verdadero significado.