El azul como principal protagonista de esta obra adquiere una dimensión técnica y plástica gracias a la división del lienzo en dos mitades desiguales a través de la inclusión de una doble línea quebrada que genera un paisaje abstracto quebrado de aristas en sentido ascendente y descendente en amarillos.
En el área superior, la mancha azul real es aplicada mediante un movimiento uniforme de brocha que impide al espectador diferenciar el inicio y el fin, generando una masa cromática azul de igual intensidad en cualquier punto del soporte. El espacio inferior es, sin embargo, opuesto en plástica y expresividad, ya que es posible advertir una pintura moteada, modulada por la intensidad del color en unas áreas y su transparencia en otras.
Se trata de una pintura tremendamente expresiva, hecho favorecido por la vibración del brillante pigmento azul sobre la tela y por el equilibrio de la composición.