Fotografía en escala de grises de la flor de un narciso. Acercándose al ejemplar, el fotógrafo consigue transmitir la delicadeza de la flor, la textura de sus pétalos y la forma en que la luz baña la escena.
En un segundo plano, difuminado por la distancia focal y la baja iluminación, una maraña de hojas localiza la planta en un contexto donde no está aislada, sino rodeada de otros especímenes y destacando sobre ellos.
Se trata de una fotografía de extraordinaria belleza, cuya composición sitúa al espectador en posición de observación y deleite, en el lugar de disfrute de la experiencia estética a partir de la mirada detallada a la naturaleza.