Ya en el antiguo Egipto y en la Grecia Clásica, las abejas y la miel tienen un significado misterioso vinculado al mundo de la divinidad, la miel como alimento de los dioses descendiendo del cielo creando un puente entre el cielo y la tierra, signo de pureza, castidad y dulzura y empleado en ritos fúnebres como alimento destinado a la vida ultraterrenal.
Para los cristianos las abejas elaboran la cera del cirio pascual que ilumina cada celebración de la Pascual al que está dedicado el antiguo himno del Exultet, que anuncia la resurrección de Jesús, en el que se habla de su elaboración por las abejas. También como símbolo de laboriosidad y de la bondad.
La pieza es un cubrecáliz con forma regular, un recuadro de seda bordado con realces de oro y plata, rodeado de cordoncillo de oro. Los motivos decorativos vienen conformados por un elemento central en realce dispuesto en cruz, y otros cuatro más pequeños en cada ángulo, asemejándose a abejas.