Estas fotografías responden a un trabajo científico y cultural realizado por cuatro profesores de la Facultad de Bellas Artes de Granada en septiembre de 2003, consistente en un viaje por el espacio y el tiempo, a través de la naturaleza y la cultura del Monte Athos, ubicado en la península más oriental de las tres que se extienden al sur de la Península Calcídica, en Macedonia Central, al norte de Grecia.
En Monte Athos se ubican 20 monasterios ortodoxos conformando un estado monástico autónomo bajo soberanía griega, consideración que les permite estar exentos del cumplimiento de ciertas leyes tanto de Grecia como de la Unión Europea. Un ejemplo de esto es que en su espacio solo pueden vivir monjes ortodoxos masculinos. Esta institución ha mantenido una continuidad ininterrumpida desde el siglo X durante los que se han usado los edificios, las huertas, los libros y documentos, las imágenes y objetos de culto.
En 1988 fue declarado Patrimonio de la Humanidad.
El trabajo de los profesores Francisco Fernández Sánchez, Francisco José Sánchez Montalbán, Antonio Martínez Villa y Ricardo Marín Viadel es una aproximación a la espiritualidad del monacato de la cristiandad oriental y un recorrido por algunas de las mejores obras de arte bizantino, en un intento por reflejar e ilustrar los aspectos humanos, arquitectónicos y artísticos de esta comunidad.
Esta expedición se pudo realizar gracias a la colaboración del KEDAK, organismo encargado de la conservación y mantenimiento del patrimonio cultural y artístico del Monte Athos, al Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas en Granada.
Instantánea obtenida desde el mirador del Monasterio de Vatopediu, a través del cual se atisba la vegetación local en la zona más elevada de las cimas que rodean un espacio de cultivo agrícola.
El costumbrismo irrumpe en el paisaje a través de una prenda de la vestimenta de los monjes colgada de un tendedero del mirador, contribuyendo asimismo a enriquecer la composición en tanto que genera una superposición de planos que marcan diferentes distancias y perspectiva en la fotografía y remarca la presencia de las diagonales utilizadas por el fotógrafo como una de las bases compositivas.
La tradicional densidad de los negros de Francisco Fernández se evidencia en la imagen como uno de los rasgos más característicos de la serie en que se integra.