Retrato en contrapicado de una figura masculina, captada desde el pecho hasta la cabeza. El protagonista porta un espejo en el brazo izquierdo y lo alza, de manera que nos permite ver su rostro en el reflejo.
La interesante composición se hace acompañar de una extraordinaria plasticidad, generada a partir de amplias y expresivas pinceladas cuya dirección incide en la modulación de los volúmenes anatómicos. El cromatismo de grises, rosas y azules de gama fría contribuye al enriquecimiento de los juegos de luces y sombras, tanto en la figura del protagonista como en su reflejo.
En torno al rostro el artista introduce un juego de manchas en tonos marrones que produce cierto desconcierto en el espectador y, a un tiempo, amplifica la plástica.
Merece la pena hacer mención a la presencia de la línea como elemento de refuerzo de los contornos y de los volúmenes.