El barógrafo, perteneciente al grupo de instrumental meteorológico, se deriva del barómetro y permite registrar las fluctuaciones de presión atmosférica producidas por el peso del aire en un punto concreto durante un periodo de tiempo, datos que registra bien milímetros de mercurio (mm. Hg.), bien en hectopascales (hPa) generando una gráfica denominada barograma. En este caso, el aparato de medición está desmontado e incompleto, se conservan, entre otras piezas no identificadas, la base de madera con la estructura para encajar cada pieza del instrumento y el tambor rotatorio metálico sobre el que se fija el papel graduado para el registro.
Este barómetro, esta fechado entre 1850 y 1900.
Los barómetros tradicionales permiten medir, de forma precisa, la presión ejercida por el aire a partir de las fluctuaciones de una columna de mercurio y en base al principio inventado en 1643, disponemos en los observatorios de los tradicionales barómetros de mercurio, basados en el mismo principio que el inventado por Torricelli en 1643. En el caso del barógrafo lo que obtenemos es un registro continuo de la presión atmosférica, cuyos valores va midiendo un barómetro de tipo aneroide que lleva incorporado. Aquí, la medida no se obtiene como consecuencia del movimiento basculante de una columna de mercurio, sino de los pequeños aplastamientos y expansiones que, dependiendo de la presión atmosférica, sufren una serie de cápsulas metálicas (cápsulas de Vidi) dispuestas en batería en cuyo interior se ha hecho el vacío. Para evitar que la presión las aplaste por completo llevan incorporadas un resorte que compensa las subidas o bajadas que sufre la presión, transmitiéndose dichas oscilaciones a una pequeña pieza metálica que culmina en una plumilla. Así, mediante las lecturas del barógrafo obtenemos una nueva variable de interés meteorológico, la ¿tendencia barométrica¿, que puede definirse como la variación de la presión en un intervalo de 3 horas. Esto resulta de especial utilidad de cara a la predicción local del tiempo